miércoles, 14 de diciembre de 2011

Máscaras

La coyuntura da mucho qué hablar, la política en estos días se ha hecho muy vistosa, y podemos darle gracias a las redes sociales por esto. Algo que está presente en la mente de todos es que el próximo año será definitorio para nuestros futuros proyectos: una vez más se disputará el puesto del monarca sexenal, supuesto actor hegemónico en la política nacional. Ya dos partidos -de los importantes- tienen sus candidatos, falta que la derecha imponga el suyo. Pero para esto falta mucho, la fecha de las elecciones internas del PAN, si no me equivoco, ronda por febrero del próximo año. ¿Por qué tan lejana? eso habría que preguntarle a los dirigentes, pero todo apunta a que éstos buscan darle el suficiente tiempo a Ernesto Cordero para tomar la delantera en una contienda que, de ser hoy, perdería con toda certidumbre.
El asunto se pone tremendamente interesante porque los dos candidatos más fuertes, los que parecen tener más apoyo por parte de las facciones internas del partido, gozan del favor de Calderón. Por un lado está Josefina, la economista con pinta de "mujer de familia" que ya desde hace mucho se veía como posible candidata a la silla presidencial. Por el otro lado se encuentra Cordero, el tecnócrata que quiere - pero que hasta ahora no ha logrado - ser político. La batalla la ha ganado de manera constante la primera candidata, no sólo por ser una mujer carismática sino porque ya lleva bastantes años formulando su propia candidatura al interior del partido.
Hay algo que me llama mucho la atención: Josefina no parece tener intención de romper con el lastre que para muchos ha significado el calderonismo en el PAN, incluso cuando ella no emanó de éste. Todo lo contrario: en muchos sentidos alaba y reconoce el trabajo de Calderón -incluyendo su ya muy controversial lucha contra el crimen organizado. Lo cierto es que la facción calderonista lleva mucho tiempo arrinconando a los integrantes de su propio partido, lo podemos ver en el enorme poder que desde hace 5 años obtiene quien sea que es investido como Jefe de la Oficina de Presidencia en Los Pinos: a través de imposiciones y redes clientelares es que el calderonismo ha logrado disciplinar a la mayoría de los miembros de su partido. Tener al calderonismo del lado correcto es elemental, y Josefina le ha caído en gracia,  por lo cual está en una posición cómoda, aún sin ser la primera preferencia del primer mandatario. Romper con el discurso oficial significaría romper también con un apoyo fundamental.
Pero más alarmante me parece que la gente se incline por Josefina creyendo que con ella habrá un supuesto viraje en el gobierno. Se puede esperar que, una vez electa, "tome su propio rumbo"; pero seamos sinceros, a la ex secretaria se le ve con ojos de esperanza por el simple hecho de ser mujer. Si algo nos demuestra la experiencia política es que uno no se dispara a su propio pie, un político sin sustento ni base pierde toda su fuerza. Si es que llegara a ganar la presidencia lo más probable es que seguiría con la misma línea conservadora con la que se ha guiado su partido en los últimos años -y, por tanto, con sus políticas intactas, como la estrategia en la guerra contra el crimen organizado. 
Lo que está ocurriendo es que se están generando espectativas, valores-agregados sin sustento alguno: fetiches, alrededor de una candidata que sólo necesita sonreir para esperanzar a un buen puñado de la sociedad. Josefina Vázquez Mota es una excelente candidata por el simple hecho de ser minoría, llámenle efecto Obama, pero no por ser mujer las cosas van a ser diferentes, recordemos a Margaret Thatcher, que vaya que fue una perra.
En fin, puede que los pronósticos estén mal, puede que el candidato sea Cordero o incluso Creel. Los dos escenarios son poco probables, por no decir poco deseables. Aunque queden dos meses y medio de precampaña, los dos panistas parecen tener poca madera de candidatos -en especial Cordero. El calderonismo tendrá que aprender que muchas veces las cosas no suceden por el simple hecho de desearlas, o terquearlas. 
Me parece que en 2012 habrá una elección conservadora en muchos sentidos, ya que decidiremos cuál de las tres sopas queremos -a mí me repugna la sopa -: votar por el viejo PRI, la vieja Izquierda de López Obrador, o la vieja derecha calderonista. Falta mucho para ver nuevos fenómenos en el espacio público, y sin duda una mujer candidata no es uno de ellos. Las viejas estructuras de poder, las mismas máscaras de siempre, quedan intactas.