Más de tres días después de buscar crónicas, noticias o informes de los sucesos de que fui testigo el viernes en la noche en Matamoros, Tamaulipas, finalmente los encuentro por todos lados en la mañana de hoy. Muy bien: ahora me entero de que fue detenido el hijo de un peligroso capo y otros cuatro criminales. Si así fuera, a secas, no quedaría sino aplaudir: me consta que los hombres del Ejército y de la Marina –la mayoría de ellos- se entregan con patriotismo y dedicación a un trabajo sumamente peligroso y, sin duda, necesario. Sin embargo, la noticia está plagada de mentiras, algunas de ellas innecesarias, de modo que tengo que preguntarme ¿por qué miente la Armada de México?
Las noticias aseguran que los marinos llegaron al inmueble –el hotel Residencial, a unos pasos del puente Internacional- atendiendo a una denuncia anónima, según la cual estaban presentes en una fiesta varios miembros del Cartel del Golfo. Al llegar los marinos al lugar, detuvieron a tres vehículos en que huían los cinco criminales –ya no digo “presuntos”, porque hace tiempo que en este país se nos olvidó la presunción de inocencia-, que fueron detenidos en posesión de varias armas de fuego.
Pues, con perdón, eso no es exacto, o al menos, es sesgado e incompleto: me consta que marinos y policías realizaron un operativo que duró tres horas en el interior del hotel –donde, por cierto, se hospedaban numerosos oficiales de la PFP-. No sé qué ocurrió adentro, pero me consta también que no fueron cinco detenidos sino, por lo que alcancé a ver, una veintena ¿Quiénes son? No sé, no los conozco, nunca los había visto ni creo verlos nunca, ni a sus esposas e hijos, a los que vi llorar, aterrorizados, cuando salieron en estampida del hotel tras la retirada de los marinos, pero, repito, no eran cinco los arrestados sino mucha más. A juzgar por lo que vimos, todos los varones asistentes a la fiesta en cuestión –un bautizo.
Por lo que he visto a lo largo de tres días, a nadie, salvo a mí, le importa el hecho. Salvo a mí y a las familias, pero esas no denunciarán: ayer mismo vimos lo que ocurre con quienes denuncian hasta las últimas consecuencias, como don Nepomuceno, asesinado a mansalva. ¿Por qué nos va a importar la detención de una veintena de individuos, el llanto, el terror de sus hijos, si uno, dos días antes fueron tirados –literalmente- más de veinte cadáveres en Guadalajara, otros tantos en Sinaloa?
¿Donde están los otros detenidos? ¿Ya los soltaron con el consabido “usted disculpe”? Si ya pasaron tres días, ¿por qué no los presentan? Si se trata de criminales –como los cinco presentados- ¿por qué no los muestran como un triunfo, que todos aplaudiríamos?
¿Por qué miente la Armada de México?, ¿qué necesidad tiene de hacerlo? Espero que los otros detenidos sean liberados, si así corresponde; o sean presentados ante las autoridades correspondientes y se les aplique todo el peso de la ley, como a los cinco presentados, pero ¿donde están? ¿Será que fui testigo de una desaparición masiva? ¿Será por eso que miente la Secretaría de Marina –no los marinos de a pie que realizaron el operativo-?
¿Por qué soy el único al que le interesa, al parecer? Mentí en anteriores comunicados, sin querer. Mentí cuando dije que no tuve miedo ese día. Sí lo tengo: mañana te puede tocar a tí o a mí. Mañana los que pueden llorar, aterrorizados, pueden ser mis hijos. Toco madera.
*Doctor en Historia por la UNAM. Actualmente da clases en el ITAM.